Narrativa breve, artículos y otras expresiones de la palabra
5/3/24
Soy poeta...
13/10/23
Manifiesto...
Javier Payeras,
Guatemala
Regresa por la noche y se pone a escribir sin detenerse, palidece su ánimo cuando la interrumpe el ruido más leve y puede redactar cien hojas en medio del ruido más ensordecedor, se duerme en los aeropuertos y la dejan varada los autobuses, nunca descansa y a veces se levanta de mañana hecha una ruina, es la loca de la casa, la que no pelea con sus parientes por una propiedad en herencia ni por dinero; consigue enamorar, pero aleja con su tristeza a sus posibles amantes, no finge, porque sólo nos muestra su reflejo; no cultiva con cuidado los contactos y la sociedad quiere herirla en su parte más baja, esto es, en el lado izquierdo del tórax; la traiciona la mediocridad y el subdesarrollo, es del color de las hojas viejas que se descomponen en todos los tiempos, vuelve a su escritorio rancio y se apila junto a las estrellas que a esa hora de la noche se descuelgan sobre el café, es el corte exacto que le falta a la pared, es la cadena ruidosa de la bicicleta del niño, es el punto y la coma, la sed y la rabia, la hélice de una flor y una lechuza en celo, luego se va a dormir y a rodajear tomates en el sueño, percibe un sueldo menos que necesario, huye de la caspa atómica que dejan los políticos, dibuja distraída mientras pinta para convencerse que no es pintora, es poesía con todo ese ruido en los dientes y orejas que captan la radio, se hace prófuga y esgrime algún folleto fundamentalista, cree que la religión, la cábala u otra locura la salvará del dolor más profundo (y se equivoca, por supuesto), habla sin parar de sus cosas, cosas sin importancia: un vaso de lápices, una lámpara... agiganta los miedos que de niña la detenían en el sofá y nombra una mitología extraña de cosas en movimiento y se lanza a la muerte con sus amuletos; disfraza su delgada figura con un traje hecho de tormentas y cree que algún día el dinero vendrá flotando del mar, las costras se caen de su cara y por lo regular su rostro permanece vertical como una fila de ángeles; amenaza a los diarios con publicar sus dudas y se ríe estruendosamente cuando los mojigatos la llaman cínica; es sonámbula cuando entra en contacto con la voz de su abuela, atropella sin querer a gente torpe que sólo sirve para ver debajo de los paraguas; se da al olvido como una rutina muy cómica y estira sus bolsillos con lluvia cuando debe compartir lo que no tiene; se pregunta, ¿existirá el mañana?, tiene hermanos torpes que a su lado sólo han podido echarse a reír; escucha la música como quien atiende algo responsable, pletórico de colores y vital para llegar al cielo; abre su corazón con un abrelatas y se cree la única responsable del fin del mundo; vive en la casa de otros o viaja durante años sólo para consolar a un amigo...
La Poesía Obsoleta vuelve y se va. Y el mundo sigue igual. Igual con o sin ella. Igual con sus peces de colores. Con sus cigarrillos. Con sus limosnas y con sus limosneros. Igual con su ahogo de siglos tropezándose en la página.
4/10/21
Los Picapiedra
12/4/21
¡Adiós mundo cruel!
10/3/21
Don zanate
14/12/20
"...Buenos días, licenciado"
1/10/20
Juanito
Aunque Juanito Golondrina era el patojo más bueno del barrio, aquel día radiante conoció el
dolor más raro del mundo. Alguien lastimaba desde adentro sus entrañas candorosas; alguien
desde el anonimato del sentimiento salpicaba calladamente de culpa el ensueño y sobre todo
alcanzaba sus amados cuentos infantiles repletos de alegres animales y coloridos bosques
encantados; y aquella triste sonrisa, tan distinta de la suya y que llevaba encajada e inédita
en el rostro -que sólo sabía de besos maternales- era más bien la primera mueca de asombro
que su alma transparente y noble intentaba como voz de alarma.
Allá en la sombra fresca de la arboleda está Juanito a solas con su fusil de viento. Un niño y
su encuentro a solas con el asombro. Con el desconocido mundo.
25/7/20
El señor...
Guatemala
Nota:
En otras regiones de América las variedades Quiscalus tienen diversos nombres: Quiscalus mexicanus, Quiscalus lugubris, Quiscalus major, Quiscalus nicaraguensis, Quiscalus niger, Quiscalus palustris, Quiscalus quiscula, entre otros.
10/1/20
Adiós poeta...
Dirección de Mesa de Poesía
Adiós, Miguel.
23/9/19
Perro...
Perro expiatorio
Víctor Muñoz es un novelista, cuentista y poeta guatemalteco al que le fue otorgado en el año 2013 el Premio Nacional de Literatura. Algunos títulos de su obra: Collado ante las irreparables ofensas de la vida; La noche del 9 de febrero; Posdata: ya no regreso; Sara sonríe de último; Instructivo breve para matar al perro: y otros relatos sobre la atribulada vida de Bernardo Santos; Principios y ejercicios democráticos para desalojar a los gatos; Cuatro relatos de terror y otras historias fieles; Las amistades inconvenientes; La reina ingrata: cuentos; Cuentos: antología
8/1/19
El Duque
27/1/18
La poesía...I,II,III
Guatemala
La poesía, la compañía y las cosas de la vida
I
En la mañana un poco de avena. Me encuentro en la habitación entreabriendo aún los ojos mientras bebo su lechosa consistencia aguardando la energía que la afama. Mi compañera ha traído el tazón a la cama donde todavía permanezco. Necesito espantar el sueño que por el recuerdo no se va. Pronto el dormitorio va retomando la apariencia de siempre y me paso el último sorbo. De nuevo el día. Santuiseña: qué buena compañía; qué suerte poder contar con ella, con su permanencia después de tantos años: camina y camina conmigo, venciéndolo todo, los trabones diversos de la vida, los traspiés. Nos amamos.
Sigo vivo de manera persistente en un país donde la muerte perpetrada sorpresiva e inesperada es común. Casi tan natural como lo es el saludo cotidiano en el vecindario. Pero, en fin, un día más a favor o en contra. Depende. Se me vienen, en sucesión, las imágenes; las escenas adelantadas de las calles que recorreré de nuevo para encontrar la clave del respirar, del respiro. Indagar el sentido que ha de tener el acertijo es lo que me importa. Es la lucha contra la angustia: la búsqueda de un bienestar que no siempre se obtiene a cambio de dinero. Encontrar la causa del reír y del sentir los pies avanzando hacia la novedad cotidiana. El hallazgo de simbologías en los andenes callejeros rotos de ir y venir. El descifrar los garabatos, las exigencias, las súplicas abandonadas en las viejas paredes interminables del Centro Histórico de esta ciudad capital guatemalteca. Las rústicas palabrotas en las puertas de los vecindarios; esos lugares, esos espacios donde se evidencia la maquina multitudinaria del pueblo.
Van llegando las frecuencias significantes, las dimensiones alteradas por el crecimiento anárquico urbano. Van llegando los campanarios que quedaron diminutos ante las altas edificaciones, claro, excepto las torres amarillentas de la metropolitana Catedral que aún llenan de campanadas la Plaza de la Constitución poblada de gente, de sanates y palomas. Y no faltan las cabras lecheras y el pastor que completa el paisaje con su toque bucólico. Y ahí están también los silencios prolongados en las sombras del día y de la noche. Viejos y viejillas en harapos con sus entrecejos escrutadores. Ladronzuelos, orfebres, vendedores de maicillo para los cientos de palomas; mariguanos por los rincones con el retumbe tamborero constante del gurpo garífuna que llena de danza el gran espacio abierto de la Plaza. Indigentes con sus tristezas. Borrachos en resaca. Turistas casi extraterrestres visitando un país macondiano, o mejor aún, un país que posiblemente representa lo xibalbiano. Putas deambulando desvelos o, como se dice con corrección política ahora, "sexoservidoras" pululando por ahí hartas del vivir y la desesperanza. Jóvenes colocando sus ventas callejeras en las esquinas atentos a la persecución municipal. El Centro Histórico de la protesta guatemalteca eleva el grito ciudadano hasta los confines de la existencia en este territorio que a algunos se les ocurrió llamarle Guatemala.
También están los ojos de las muchachas. Las parejas besándose interminablemente mientras descansan al borde de la fuente luminosa. Los soldados que custodian el rebautizado Palacio Nacional de la Cultura y las ratas que corren en los jardines de la Plaza.
Episodios de la cotidianidad. Escenas de las cosas y de los seres constantes en el viejo Centro de la capital de Guatemala. Es el movimiento de imágenes y sonidos; las dimensiones humanas y arquitectónicas que se encuentran mientras se avanza a pie paso a paso por la zona metropolitana de la ciudad. Un mundo que se lee irremediablemente crudo porque la realidad más evidente del país la marcan las exigencias sociales en la calle. Hay un goteo poético en este lugar de barrios centenarios y protestas.
Lejano bar
La chica en la esquina del bar. El hombre que la devora; que la consume en el beso que escapa y queda para siempre en la boca y en el espacio. Concluirá la vida. Ella no lo olvidará porque el del beso ha firmado ya la muerte al fondo del enorme puente. Importante es la pasión en el discurrir abigarrado de la existencia. Acaba a cada instante en la morgue de los hospitales públicos. Algunos adinerados mueren indiferentemente infelices o bendecidos entre médicos y curas o monjas empresariales que correrán en su día la misma suerte. Cuestión de fantasear con la señora muerte y concluir inertes en una morgue de pobres o ricos. Es cuando los fantasmas de Asturias, de Salarrué o aun de García Márquez sugieren la extraña magia que flota por dondequiera en toda la realidad fantástica de la vida y de la muerte. Porque la muerte es magia heredada de la vida y esa es la pregunta que hemos de preguntarnos si en verdad hay linterna en la región de nuestros supuestos talentos.
Por eso la poesía. Y la música y la pintura. Y por eso la mujer. Y también el amigo que se acerca y nos confía algún temor o cierto importante pero discretamente oculto éxito. Mi fórmula es discurrir el tiempo deambulando a pie por maravillosos barrios céntricos donde me permito, donde quiero vivir a expensas de todo lo que ocurre a mi alrededor.
"No te vayas mi amor", "te quiero Silvia cabrona, volvé", "te quiero mi amor", "Susana y Pedro" son cuentos cortos, brevísimos de la vida de la gente que se lee en las paredes con mensajes de belleza y drama.
La última aventura, esa cosa de la que apenas sobreviví. La intensidad del páramo paradisíaco fue tal que perdí el puesto de timonel y el duende enfiló al país del nunca jamás. La idea llegó cayéndome sin aviso y confié en él, sí, en el duende. Me entregué a él porque le asistía una explicación histórica y porque ésta daba razón de ser al planteamiento de un amor donde se rebasaba la propiedad de un ser sobre el otro y se podía vivir en plena comunidad un hombre y dos mujeres. O al revés. Una suerte de pionerazgo en un pobre país donde se niega la plurinacionalidad que le es esencial. Un bosque era aquel adonde me llevó el duende con su propuesta de una realidad que solo podía concretarse entre seres que llegaran del futuro. Allí una pequeña parte de la Utopía se tornaba real desde que se divisaba su umbral pletórico de flores.
Algún mágico toque hizo surgir el ensueño que pronto fue la nave que despegó. El duende cantó los sortilegios y me perdí en las aguas pensándome en el futuro. Íbamos tres a bordo mas sólo yo me futurizaba mientras mis compañeras entraban en pánico. Naufragó la cápsula y en la embriaguez amanecí derrotado a más no poder con el duende sonriéndome. Desde entonces, siempre dos porque la tres se exilió, la compañera comprende la derrota y su amor es tal que aun lucha en mi compañía. Con el duende, al final siempre somos tres.
5/4/13
Primer...
9/8/10
Herra...
Argentina
Herramienta
“si mi poesía no ayuda a cambiar la sociedad
no sirve para nada”.
Santoro:
El poeta... el poeta... qué poeta?
El poeta ideal? El ideal poeta?
Qué poetas de qué poesía?
Comprometido con... una mujer/un hombre; unas cuotas; un secreto; un ojo por ojo; una causa libertaria; una iniciativa cultural; la mentira; la verdad; la hipocresía; el susurro doliente; la cuenta corriente; su ombligo; el espejo del baño; los salones elegantes; la marcha para decir No; el socialismo; la independencia verdadera; el bicentenario; las placas de bronce; los medalleros; La voz; la palabra; la justicia; la razón; la verdad; el futuro; los derechos humanos; el levante fácil ( Dolina dixit); la búsqueda de respuesta; la belleza; el arte; la llave de la felicidad; la armonía; los trabajadores; las patronales; el político; la política; el gato; el amor; sus conflictos; la fama; los vinos; las migajas del banquete; el cura; la palmada en el hombro; la metáfora; la acción cultural; la inacción cultural; el coro; los buenos vientos; un lugar en el palco; la vocación de hacerlo todo de nuevo; la historia; qué historia?
El poeta... el poeta... qué poeta?
El que me imagino, el que quiero ser, el que soy, el que fui, el que será?
Lugar común: “el poeta es un ser comprometido con la belleza”
Otro: “El poeta es un ser comprometido con la palabra”
otro: “el poeta es un ser comprometido con su pueblo”
una más: “El poeta es un ser comprometido con su tiempo”
(...)
Un zapatero es un ser comprometido? En todo caso, con qué? Con sus zapatos, con los zapatos de los suyos, con los zapatos de los demás, con el partido, con las manos partidas, con los otros zapateros.
Y si sólo es un compromiso con su oficio, pues: zapatero a sus zapatos.
Y aquí termino.
O comienzo.
Poetas comprometidos:
Poetas no comprometidos:
(arme su lista personal).
Sé de poetas comprometidos, por ejemplo, con su imagen de poetas; con su voz sonándole melodiosa, afectada, llena de ecos del olimpo, en los oídos.
Poetas de verdadero compromiso con lo social. Hoy aquí, mañana allá, a tiznar salas y audiencias con voz grave, llena de altos matices que piden “una placa de bronce allí donde he leído”.
Sé de poetas de té que leen versos de masa fina, que ovacionan a sus pares (el clan elegante que siempre está donde están) golpeteando alegremente sus deditos entre sí mientras tuercen el cuello a un lado y al otro para declamar con autoridad severa “ay que lindo”. Así de comprometidos con la cultura y el arte del buen decir.
Sé de poetas de museo, rigurosos archivistas de lo que ha sucedido en las páginas del Billiken. No se ausentan jamás de un acto patrio. Allí declaman loas en carros triunfales, elixires místicos que embriagan de emoción. Así de comprometidos con el verdadero ser nacional.
Sé de poetas no comprometidos con nada. Pero, en serio, con nada de nada. Ellos están por allí, siempre en otro lugar, en otra parte, escriben, escriben, y nada más. No vaya a invitarlos a una reunión, menos a trabajar por algo que merece la pena, no tendrá respuesta. Escriben y nada más. Y aunque escriban de algún hecho social, digo, de algo que sucede, o no, incluso de la chica que no fue a la cita y esa luna feroz caída en el arroyo, ellos nunca estarán con nada ni con nadie. Son los no comprometidos. Nada los compromete. Persiguen la pureza, lo etéreo, lo trascendental... sin comprometerse, claro.
Sé de poetas que se comprometen entre ellos, pactan en un termo y allí se quedan a leerse y a comentarse, a mirarse las caras y discutirse, pero no mucho. A estimularse, palmearse, invitarse vinos y cafés, hasta que semejante unidad hace la maravilla de elevar bajo esa atmósfera de gesta, en medio de donde no había nada, una cima de luz desde la que después miran el mundo. Esos son los poetas comprometidos con su círculo íntimo de tan notables poetas comprometidos con su círculo íntimo.
Sé de poetas que se han comprometido con el anonimato y ni siquiera se dicen poetas. Y andan por allí, de hora en hora por la vida. Uno los descubre cuando se mueren, o en vida, de casualidad, por alguna infidencia.
Sé de poetas de horas extras, transpirada camiseta, pulmón y pulmón, comprometidos con el trabajo de poeta. O sea, no galas de embajada, digo: poetas comprometidos con el oficio de poeta.
Se la pasan de agua en agua, de verde a verde, de vuelo en vuelo, amando a pierna suelta en tanto la metáfora a veces es meteorito, saludo desde la otra vereda de improviso a veces, una palabra en los bolsillos.
Sé de poetas tan altos que uno debe subirse a una silla para hablarles, mostrarle una página, preguntarles qué cosa es la poesía. Esos son los poetas comprometidos con las alturas de la poesía..
Sé de poetas tan bajitos que a menudo para dirigirles la palabra primero se debe cavar un pozo en tierra. Esos son los poetas comprometidos con las bajezas.
Sé de poetas piedra en mano, comprometidos primero con la humanidad que no dice pero que hace, después con la poesía, aunque... quién podría delimitar una de otra? Digo, la poesía y la acción.
Son poetas de poner el pecho y la poesía. Poetas comprometidos con poesía en pecho.
Sé de poetas alucinógenos. Pero tan crípticos que a veces no se entienden, por eso llaman a su poesía: poesía experimentaldevanguardia, poesía postsurrealísticamentefuturistica.
A veces se quejan del bajo nivel de educación de los demás. Pero son comprometidos con su poesía, saben que alguna vez todos los otros llegaran a entenderlos.
Sé de poetas dedicados afanosamente al arte del soneto, la rima exacta, la métrica casi dictatorial. Se mueven en esos laberintos rigurosos con pie firme, casi bota militar, duros y erguidos, solemnes, sabedores de semejante desafío. Son los poetas comprometidos con el conservadurismo de la poesía.
Sé de poetas que siempre están. Pero siempre están. En todas siempre allí. “Esos son los imprescindibles” (B.Brecht)
Sé de poetas que se comprometen con la resistencia encarnizada contra la picadora de carne que representa toda sociedad. Ellos están allí, poesía en ristre, resistiendo. Diciéndole No a la violencia que les llueve. Que nos llueve. Una poesía del disconformismo? Una poesía hacia la transformación social?
Una poesía que ataca o se defiende?
De una u otra manera son poetas comprometidos con la defensa contra la sociedad.
Sé de poetas comprometidos con el poder de la memoria. No dejan de hablar. Hablan, hablan todo el tiempo, y entre una palabra y otra disparan una cita, esa frase célebre, el típico “como dijo...” que deslumbra y calla. Son los poetas comprometidos con la demostración permanente de su sabiduría.
Sé de poetas que han escrito alguna poesía para aparecer en una antología y con esa trayectoria están en todas partes, van a los actos, a las cafés literarios, a las presentaciones de libros, a las marchas y contramarchas de los escritores, mandan cartas al correo de lectores de la sección cultura de algún diario. Y siempre se lamentan de lo mal que van las cosas, de que así no se puede, que hacia dónde va la poesía con tanto diletante encaramado. Son los poetas comprometidos con la figuración a ultranza gracias a la poesía.
Sé de poetas que viven engarzados en los avances de la tecnología, el marketing, las ofertas y las demandas. Escriben poesía en los teléfonos celulares, ese neorepentismo en código. Después publican libros y salen a hablarle a los diarios de qué cosa es la nueva poesía de vanguardia.
Son los poetas comprometidos con lo que ellos llaman la modernidad de la poesía.
Sé de poetas que se la pasan trinando por la falta de apoyos de las gestiones de gobierno a la cultura y especialmente a la poesía. Luego el destino los mete a presión en algún sillón público, y allí automáticamente se olvidan de la cultura y especialmente de la poesía.
Sé de poetas que buscan desesperadamente hablar con otros poetas de las cosas de la vida, del día y sus misterios y los ciclos aún negados de los brotes que vendrán. Aborrecen pulseadas culturosas, sesudas charlas de análisis literario. Ellos son los poetas comprometidos con la esencia de la poesía
Sé de poetas que escriben cientocuarenta y tres poesías al día y llevan la cuenta del total, actualizado. Cientoveinte mil, trescientas cuarenta y nueva poesías, hasta ayer... mas las cientocuarenta y tres de hoy, hacen un total de...
Han autoeditado doscientos noventa y seis libros de poesía con un total de treinta y siete mil doscientas páginas.
Son los poetas comprometidos con la cifra (que le da volumen a tamaña importancia poética) de la poesía.
Sé de poetas que consiguen un crédito para editar ese libro en el que trabajaron todo este tiempo. Y después lo regalan. Y transpiran la camiseta para pagar el crédito. Y ya están escribiendo, no paran, y esperan terminar las cuotas, terminar el nuevo libro, para sacar otro crédito, y vuelta a empezar. Son los poetas comprometidos con el sacrificio de la poesía.
Sé de poetas que se la pasan difundiendo a todos los poetas. Arman revistas, espacios, volantes, mariposas, folletos, talleres, lecturas. Y cuando alguien – cada muerte de obispo- les pide una poesía para publicar hasta se emocionan.
Son los poetas comprometidos con las fraternidades de la poesía.
Sé de poetas cuyo universo poético es tan pero tan ancho que sólo caben ellos.
Sé de poetas que envían a diario sus poesías a diarios y revistas, en la certeza que alguna entrará a edición. Son los poetas comprometidos con la venta compulsiva de su poesía.
Sé de poetas tan grandes que se acercan como chicos a la poesía.
Sé de poetas que piden disculpas por pedir permiso para enviar un día de estos “algo breve para su consideración”. Y después termina el cuento que se reciben tremendas obras.
Son los poetas comprometidos con la humildad de la poesía.
Sé de poetas que andan por el mundo como una escuela abierta, como una guitarra llena de voces, como un pan de mano en mano. Esa es la grandeza de la poesía.
Santoro fue un poeta comprometido con una poesía que ayude a cambiar la sociedad, por ejemplo.
Si alguien me preguntara cuál es mi compromiso con la poesía, en lo personal, diría que me inclino por el compromiso de Santoro.
Gabriel Impaglione